Si Freud no pudo... volver


Si Freud no pudo, ¿quién carajo somos nosotros, pobres mortales, para entenderlas?. ¿Cómo a quién!?. ¿Y a quién más!?. A ellas!. En años de lidiar con distintas parejas, de distintas edades, ideologías, situación social, credos, etc., etc., yo no he podido, por más que lo he intentado. Y vaya si lo he intentado!. La cuestión es que uno indaga por aquí y allá, habla con amigos, conocidos y otros tantos y siempre llega a la misma conclusión: Freud tenía razón!. Nadie puede comprender 'eso' que se supone que es la mente femenina, está fuera del alcance de la lógica humana. Veamos, si no, los siguientes casos, bastante comunes en una relación de pareja.

  • El cuidado de la pareja

    Uno trata de: ser cariñoso, dulce, contenedor, protector... De verla seguido para disfrutar juntos de buenos momentos. De llamar por teléfono con cierta frecuencia, interesándose por ella.

    Uno se convierte en: un repulsivo y molesto pesado, que no la deja en paz ni siquiera para ir al baño.

    - Necesito aire, cuartás mis libertades!. No soporto que estén encima mío!. Demasiada miel empalaga!.

    Entonces...

    Uno trata de: respetar al máximo sus "supuestas" libertades, de poner algo de distancia, de disminuir el número de llamadas...

    Uno se convierte en: un energúmeno, que solo se interesa por sus propias cosas, que quién sabe en qué componendas andar. Uno ya no la quiere y ya no se interesa por ella.

  • El sexo

    Uno trata de: buscarla a ella para que se sienta deseada. De decirle a menudo lo mucho que lo vuelve loco su físico privilegiado. De demostrarle como le recalienta ese conjuntito de ropa interior color rojo que usa a veces. De estar siempre con ganas para mantener el "fuego sesual".

    Uno se convierte en: una especie de degenerado y ojeroso pajero y por demás baboso, que solo piensa en ponerla. Un maníaco sexual que solo ve en ella un objeto para su propio placer. Asqueroso!.

    Entonces...

    Uno trata de: no buscarla tan a menudo, de forma tal de permitirle a ella iniciar el juego amoroso. De no halagar tanto su físico, de manera que ella trate de hacércelo notar. De no pedirle tan frecuentemente que utilice el erótico conjuntito y de fingir sorpresa cuando ella lo exhibe.

    Uno se convierte en: un trolo impotente que ya no se interesa en el sexo. En un maldito infiel que debe hacerlo por ahí y quién sabe con quién, y que por eso uno ya no la desea!.

    - ¿No te habrás vuelto marica vos?. Sería lo único que te faltaría carajo!. Lo único!.

  • Las salidas

    Uno trata de: ser lo más gamba posible al momento de elegir las salidas. De ir a los lugares que ella le gustan, aunque para eso uno deba tragarse dos litros de Hepatalgina, solo para verla feliz. De decir que sí a sus propuestas, aunque a veces no nos gusten, para mantener el equilibrio y en pos de una convivencia tranquila y feliz.

    Uno se convierte en: un pobre infeliz sin personalidad, que hace todo lo que ella le dice. Sometido de mierda!.

    - ¿Cuando vas a proponer algo vos, pusilánime!?. ¿Alguna vez se te va a ocurrir algo!?. ¿Si no fuera por mi qué harías vos!?.

    ...tantas cosas haría.

    Entonces...

    Uno trata de: ofrecer alternativas a sus propuestas. Opinar, de vez en cuando, que mejor allí no, que hoy nos gustaría ir a tal lado. Que está bien, pero nos gustaría mejor...

    Uno se convierte en: un desalmado. Un contreras.

    - Claro, a vos te divierte contradecirme ¿no?. Dale, seguí nomás!. Como si yo fuese una tarada que no sabe divertirse!. Ya no me querés como antes!. Antes todo lo que yo proponía te gustaba!.

Estos son solo tres ejemplos de lo que hablábamos. Pero esto no termina aquí, ya que voy a cerrar este artículo con broche de oro. Veamos.

  • ¿Querés ir a tomar un café?

Un día cualquiera, un buen amigo, no sabemos si como favor o para jodernos la vida, nos pasa el teléfono de una amiga suya, a la que conocimos a la pasada en una reunión y de la que recordamos solo sus fabulosas gomas.

- Le hablé de vos y me dijo que podía pasarte su tubo!. Es macanuda, está sin novio y le gustaría salir con alguien. ¿No te gustó?.
- Ok!. Gracias che! - Gracias???!, veamos como sigue esto.

Llamamos a la señorita de las portentosas gomas y nos ponemos a charlar animadamente. Intentamos algunos chistes y ella se ríe a lágrima suelta.

- Pero mirá que sos loco eh!. No te hacía tan macanudo!.
- Bueno, es que la otra vez no tuvimos oportunidad de charlar. Etc., etc. Muy buena onda hasta que llega el momento de la fatídica pregunta:

- ¿Querés ir a tomar un café?. A continuación, ella responde que no puede porque:

  1. Tiene una amiga viviendo en el Cáucaso, a la que no ve desde hace muchísimo tiempo y justo este fin de semana se va para allá a visitarla.
  2. Que este fin de semana no, que cuanto lo lamenta, que se retuerce de dolor pero que le es imposible!.
- Llamame la semana que viene y arreglamos, siii?.
- Ok, chau, chau y cuidado con los mongoles, mira que son bravos en esta época!.

Llamamos la semana siguiente y nos atiende ella; y que bla bla bla, jo jo jo, ji ji ji, que cómo me divierte charlar con vos, etc., etc., pero se repite más o menos lo mismo de la semana anterior.

- Mirá, tengo un compromiso con una vieja amiga mía que conocí esta mañana, y no puedo dejar de ir, etc., etc. Ufa!. Pero ella vuelve a decirnos: - ...pero llamame y arreglamos. ¿Siii?. Bue!.

Tercer llamado, uno ya con las bolas al hombro, pero como seguimos sin poder olvidar sus increíbles globos, hacemos un último intento antes de terminar el muñequito vudú de ella para usarlo como alfiletero.

- Ah, el sábado no puedo... - y cuando estamos a punto de clavar el primer alfiler, oímos que ella dice - ...pero ¿qué hacés el domingo?. ¿El domingo!?. ¿El domingo dijo!?.
- Bueno, ok!. ¿A qué hora te paso a buscar?.
- Llamame antes, a eso de las doce del mediodía.
- Ok!. Un beso!. Etc., etc.

Llega el domingo. Primer llamado y atiende la arpía de la madre, que nos trata de Ud. y nos informa que "la nena", 20 años la boluda! (de boluda), ha salido y que no sabe cuando volverá.

- ??!??!!?!??!. Tu tu tu tu tu tu tu tu tu tu...

Una hora después volvemos a llamar, y nos encontramos con que "la nena" acaba de partir a un largo Safari a través del Congo Belga, y que sabe Dios cuando regresará, si es que regresa; y que si regresa entonces nos llamará para arreglar una salida. Obviamente "la nena" debe haber perecido en las fauces de un cocodrilo, pues no nos llama.

Si Freud no pudo...