¿Sexo débil? volver


Psé, sexo débil!. Creo que la imagen del sexo débil se desvirtúa totalmente cuando las vemos actuar en un colectivo, por ejemplo. Cualquiera que se halla dedicado a observar cómo se mueve el sexo débil sobre un bondi, debe haber llegado a la misma conclusión que yo, aquellos que no lo han hecho, podrán enterarse aquí de qué estoy hablando. Veamos...

  • LA COLA PARA SUBIR AL COLECTIVO
    La cosa comienza aquí, en la cola; algo que ellas jamás en la reputísima vida se dignarán a respetar.

    - Perdón, esta es la cola del 15? - preguntan con una afable sonrisa.

    - Psé! - respondemos, sabiendo que desperdiciamos saliva al pedo. Por qué?. Sigamos. Minutos después aparece el bondi. Tenemos algo más de diez personas delante nuestro y qué sucede?. Uno espera tranquilamente a que la cola avance. Y ella?. Ella, y las OTRAS, se abalanzan desesperadamente hacia la puerta del bondi y se atropellan por subir, dejándonos a todos los que pacientemente aguardábamos nuestro turno, esparcidos por la vereda y sobándonos las costillas debido a los codazos que dieron para poder pasar. De qué carajo tienen miedo digo yo?. Acaso es el único bondi en toda la Capital?. Si no suben a este... Se brotan de urticaria, se brotan?. Ma' pasá de una vez, sexo débil!

  • AL FONDO HAY LUGAR!
    El bondi está lleno, hace calor, y como no queremos desgarrar nuestras vestiduras en el penoso trabajo de llegar hasta el fondo, decidimos quedarnos en la parte delantera. Para qué?. Al pedo claro, pues siempre hay una mujer a la mano para ayudarnos en la tarea de alcanzar la parte trasera del bondi. Cómo?. Bien, seguro se deben haber fijado en un detalle. Tomémonos un minuto para el siguiente juego: imagine algo grande, pero muy grande, no así no, más grande, eso, ASI de grande, bueno ESO, tan inmensamente grande es (suenen pitos y matracas!): la cartera de la dama. Son taaan, pero taaaaan graaandeeees, que si usted alguna vez desea irse de campamento y no tiene mochila, puede recurrir a una dama para solucionar su problema. Pídale una cartera y listo!, además, son taaan, pero taaaaan graaandeeees, que hasta podrá utilizarla como carpa si lo desea, así que no lo dude e invite a todos sus amigotes, total... espacio es lo que sobra. Entonces, retomando lo que decía... Qué sucede cuando hemos tomado la decisión de quedarnos allí adelante, pese a las furibundas miradas del colectivero? Una de ellas, que acaba de recibir su vuelto, decide tomarse a pecho los ladridos del chofer y, cartera al hombro porque eso si, jamás la bajan de allí; emprende la difícil maniobra que minutos antes decidiéramos olvidar. Se aferran al caño del techo, e inmediatamente comienzan a abrirse paso a través de la gente. Permiso?, jamás, esa es una palabra que no existe en su vocabulario, y ahí arremeten nomás, a codazo limpio y aferradas a su mamotreto, arrastrando a cuanto mortal se interponga en su camino. Dónde terminamos nosotros?. Donde más, en el fondo, donde no queríamos estar y luchando con la dama para hacerle entender, que solo hemos caído accidentalmente dentro de las fauces de su cartera, que no buscábamos nada.

  • ¿NOS SENTAMOS?
    El bondi, que estaba lleno, ha ido vaciándose lentamente. Solo quedamos algunas personas de pie, entre las que se encuentran alguna que otra dama (habrán visto que pese a todo, las sigo considerando personas, eh!. Despues no digan...). Qué sucede entonces?. Una de las personas que están sentadas cerca nuestro prepara sus bártulos y comienza a cogotear por la ventanilla, clarísima señal que se apronta a despegar el culo del preciado asiento. Observamos ese movimiento de reojo, giramos la cabeza para ver a esa persona poniéndose de pie y dado que somos los más cercanos al ahora vacante asiento, nos dirigimos hacia él. Una fracción de segundo después de emprender la marcha, escuchamos: tocotom, tocotom, tocotom! y alcanzamos a percibir una extraña vibración que sacude todo el vehículo. Qué es eso?. Una manada de elefantes en estampida?. Aterrorizados, giramos la cabeza y vemos entonces a una de las damas, emprendiendo una loca y desesperada carrera hacia el mismo destino que nosotros, con los ojos inyectados en sangre, un hilo de baba escurriéndose por la comisura de sus labios y una extraña expresión en su rostro. Afortunadamente, logramos apartarnos de su camino y segundos más tarde la vemos zambullirse de cabeza en el asiento que acaba de liberarse. Solo les queda golpearse el pecho y pegar un estridente grito onda Tarzán y encender un Camel, que en mi fuero interno creo que no lo hacen solo por pudor, pero que internamente se mueren por hacerlo no me cabe la menor duda. A veces me pregunto... Qué hubiese hecho Aníbal si no hubiese conseguido elefantes?. Simple, hubiese equipado a sus legiones con una manada de estas delicadas señoras!. Qué hacer en una situación así?. Pues lo que yo, correrse viejo, jamás se le ocurra interponerse entre ellas y el asiento, pues podrían salir seriamente lastimados, la determinación de ellas por "hacerse" de ese asiento, podrá más que usted, se lo aseguro.

  • AGÁRRESE!
    Pero no de mí, cabría acotar. Han visto ustedes que nunca se agarran?. De los caños claro, porque de los pasajeros sí. Suben al bondi, sacan su boleto y comienzan su periplo hacia atrás, como ya vimos dos capítulos más arriba. Pero hay un pequeño detalle, no se agarran, y una vez que el delicado y sutil guacho de mierda del colectivero mete la primera y arranca, pierden el equilibrio y comienzan a irse a la mierda. Ahora bien, qué sucede entonces?. Ete aquí que nosotros, que estamos perfectamente agarraditos, comenzamos con nuestra propia lucha para no darnos de trompa contra el piso. Vamos soportando bastante bien la inercia del bondi hasta que sentimos que algo se aferra a nuestra manga. Irremediablemente, nuestro precario equilibrio se va al carajo y terminamos hechos un rollo debajo el asiento el chofer. Todo gracias a quién?. A la dama por supuesto, que no se dio por enterada aun, que esos primorosos cañitos que decoran el interior del bondi, se han hecho para agarrarse, no así nuestras mangas. Qué hacer?. Simple, esté atento en todo momento y cuando el abrazo mortal se avecine, retire prontamente el brazo. Acto seguido, disfrute viendo a la dama, y no a usted, hecha mierda debajo de algún asiento.

  • LAS QUE SE AGARRAN
    Las hay también, no crea que no, pero el problema con ellas es distinto. El colectivo está lleno, no hay lugar ni para acomodar un mosquito. De pronto sentimos que una fuerza sobrehumana nos impulsa hacia adelante, dejándonos prácticamente colgados de la ventanilla y del lado de afuera. Tratamos de volver a nuestra posición original, pero recibimos entonces un brutal codazo en el estómago, que nos saca definitivamente de nuestro lugar y nos deja rumiando el hígado. Adivinó?. Exacto, es una de ellas, que ahora se aferra al ñoca que otrora aferráramos nosotros, y les puedo asegurar que son capaces de defenderlo a muerte. Ni sueñe con recuperar SU tramo de caño, a no ser que quiera conocer en el acto al famoso Demonio de Tasmania en versión femenina. No me cree?. No importa, de todos modos no haga la prueba.

Sexo débil?!. Psé!. Sigue creyendo esa infamia después de leer este artículo?. Verdad que no?